La Z es una letra peculiar que marca el preludio del fin. Los diccionarios, por ejemplo, terminan con ella. Nuestro abecedario también. Llegar hasta aquí significa entonces que estamos alcanzando el final de algo. Quiere decir que detrás de esta letra ya solo está el vacío. Sin embargo, más que concluir, estamos cerrando un círculo que podremos volver a recorrer una y otra vez. © Fernando Puche Estamos cerrando un círculo muy personal, eso es cierto, que aborda los desafíos con los cuales me he ido encontrando a lo largo de mi carrera: afectos, barreras, deseos, ideas, recuerdos, preguntas, sueños… Cuarenta años dan para mucho. Para mí, cerrar este círculo significa intuir quién soy, aceptar el papel de la fotografía en mi existencia, lograr un cierto equilibrio entre lo deseable y lo posible, tratar de plantearme las preguntas adecuadas y desprenderme del lastre que me sobra. Dicen que el Zen busca la experiencia de la sabiduría más allá del discurso racional. Yo llevo tiem...
¿De verdad soy yo quien hago mis propias fotos? Lo cierto es que son mis ojos los que miran a través del visor. Así pues, desde fuera cualquiera respondería afirmativamente. No hay duda. Pero en mi cabeza habitan un buen montón de pensamientos ajenos. Y también imágenes de otros. Soy como un archivador acumulando miles de frases, consejos, visiones y certezas de otras personas. En realidad, no los he robado; llegaron a mi cabeza y decidí darles asilo. Parecen míos y no lo son; hay miles de personas trabajando con idénticos conceptos y convicciones. © Fernando Puche Por tanto, al hacer una foto estoy influido por todas esas ideas y paisajes que pueblan mi cabeza. Si me deshiciera de todo ello no sería yo mismo, sería otro. Al final aprendí a detectar cuanto de mí hay en cada foto hecha y cuanto es foráneo. Lo siguiente es crear fotos que tengan más de mí y menos de los demás. Sabiendo, claro está, que detrás de mis imágenes estoy yo, aunque muestren un poco de musgo pegado a una ro...